En el ámbito empresarial, la simplificación excesiva de los procesos puede derivar en resultados de escasa utilidad. Un ejemplo patente de esto es la implementación de un análisis DAFO (Debilidades, Amenazas, Fortalezas, Oportunidades) llevado a cabo mediante entrevistas con los responsables de cada departamento sin contar con una estrategia claramente definida previamente. Con frecuencia, el resultado de este enfoque es comparable a una lista de la compra: se obtiene un conjunto de lugares comunes y confusión entre lo que constituye una debilidad y lo que representa una amenaza. Esta metodología, mecánica y superficial, degrada una herramienta potentemente estratégica a un mero ejercicio de aficionado.
La eficacia de este proceso no reside en la simplificación, sino en la profundización y personalización del análisis para desentrañar perspectivas verdaderamente valiosas que sirvan de soporte en la toma de decisiones. Es crucial entender que las estrategias exitosas emergen de la habilidad de la empresa para identificar y aprovechar oportunidades que se alinean con sus capacidades intrínsecas. Lo que se presenta como una oportunidad para una organización puede, en realidad, ser una amenaza para otra, dependiendo de sus características y situación específica. Esto subraya la importancia de una evaluación meticulosa y contextualizada, que considere la singularidad de cada empresa, para la formulación de estrategias que no solo sean efectivas sino también sostenibles en el tiempo.