Cuenta la leyenda que después de la Revolución francesa, aprovechando los nuevos tiempos con la desaparición del Antiguo Régimen, se instaló en la Place Vendôme de París un perfumero venido de la Provence. Inauguró su atelier un vistoso cartel que decía: “el mejor perfumero de Francia”.Tamaña provocación dejo descolocados y preocupadísimos al resto de perfumeros locales, si ya estaba instalado el mejor perfumero de Francia, poco espacio les quedaba a ellos.
Después de mucho pensar, un atrevido perfumero de la Rue Rivoli decidió trasladarse a la Place Vendôme justo a unos pocos portales del presuntuoso mejor perfumero de Francia. Escogió un establecimiento con grandes escaparates y colocó un cuidado y visible cartel que rezaba: “el mejor perfumero de Paris”. El resto de los competidores cada vez veían su reputación más hundida, como luchar contra el mejor de París, que incluso superaba al mejor de Francia.
A todo esto, Brochez Saavedra, hijo de madre francesa y padre español, nacido Fauburg du Temple a las afueras de Paris en 1772, que desde muy pequeño había aprendido las artes de la alquimia del perfume en el laboratorio de su tío materno, deseoso de ser independiente, volar por si mismo y hacer sus propias creaciones, lo que hoy llamaríamos un emprendedor, alquiló un local en la misma Place Vendôme, entre los establecimientos de los mejores perfumeros de Francia y de París, donde inauguro su negocio presidido por un gran cartel que decía: “el mejor perfumero de esta plaza”.